El Cristianismo nace en el siglo I, en seno del Imperio Romano. El Mesías fue Jesucristo de Nazaret, un judío hijo de María y José. Surge en un momento de conflicto en Judea, ya que el pueblo judío había gozado de tranquilidad y paz hasta que llegaron los romanos y lo pusieron bajo su control. Surge, tambíen, de forma oculta. Por eso los creyentes debían de realizar sus ritos en secreto, en las catacumbas.
Catacumbas de Santa Priscila.
Esta religión comenzó siendo un movimiento religioso dentro del judaísmo y los romanos no le dieron gran importancia durante varias décadas, hasta que Pablo de Tarso, el Apóstol de los gentiles, difundió la religión comenzando por marcar las relaciones entre los dioses griegos y romanos y Jesús. La creencia de que Jesús fue hijo de un dios y de un mortal (María) otorgó al apóstol la oportunidad de relacionar la nueva religión con la grecorromana. Como los griegos tenían un templo dirigido a un dios desconocido, Pablo le atribuyó este culto a Jesús. La relación que atribuyó a estas dos religiones fue la siguiente; Jesús era hijo de un mortal, María, y de un dios, igual que multitud de dioses y héroes grecorromanos, lo que inclinó a los creyentes griegos al monoteísmo.
Pablo de Tarso, apóstol de los Gentiles.
El Edicto de Milán,
fue firmado en Milán en el año 313, por Constantino I. En él, se establecía la libertad del Cristianismo en el Imperio Romano. Así se acabaron las persecuciones contra los cristianos. También se le llamó La tolerancia del Cristianismo.
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Edicto de Milán (313d.C.)
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